El Teatro Yagüez

Logotipo Teatro Yaguez"Conocerlo para amarlo" sería la máxima popular con la que podríamos acariciar la memoria de este hermoso Teatro que los mayagüezanos siempre miramos con los ojos de alma. Conocerlo porque es nuestro, porque es la viva extensión de nuestro ser hacia el pasado, que construyó un presente y hoy nos señala con ojos niños el complejo futuro. Amarlo porque cada nación de la tierra tiene un teatro que la forma y le da sentido e identidad, porque es el teatro la memoria de la civilización y el sonoro recuerdo de lo que llamamos Patria. Amarlo porque el Teatro Yagüez es nuestra voz ante el mundo, el índice y la suma de la sensibilidad cultural que alcanza este pequeño territorio añorado que llamamos nuestra cuna, Mayagüez.

El teatro en Mayagüez: historia breve.

El Teatro Puertorriqueño, que nació en las inquietudes juveniles del anhelante Celedonio Nebot, de la señorita Carmen Hernández y de Don Alejandro Tapia y Rivera, se fragua en los inicios del siglo XIX con una intensa pasión puertorriqueña.

Desde temprano en este siglo, 1812 más o menos, los ranchones de Comedia comenzaron a proliferar en Puerto Rico, y Mayagüez -fundado en 1760- advino a ellos tan temprano como el año de 1823, cuando en la Plaza, el hoy corazón de nuestro pueblo, se levantaron tablados para celebrar con comedias las fiestas de la Candelaria y en 1824 celebrar la nueva constitución y sus nuevas libertades.

 

 

 

Nos cuentan varias noticias de La Gaceta del primer semestre del año 1834 que ya en Mayagüez se disfrutaba de un Teatro, el que suponemos fue construido a principios de la década del 30 del siglo XIX. Este teatro, de madera en su totalidad, tuvo un carácter provisional y desconocemos su ubicación. Si sabemos que alrededor de 1859 su arquitectura era ya insostenible.

 
 

En ese año, otro teatro de madera fue construido y celebrado como un "Nuevo Teatro". Este segundo teatro, del que muy poco sabemos, se llamó el "Ranchón", que con el tiempo la población llegó a decir de él que era "un sarcasmo de obra de arte y más parece almacén de café y arroz que lugar de expansión y recreo". Fuertes indicios nos llevan a pensar que estaba localizado al final de la Calle Méndez Vigo y su demolición era deseada para en su lugar ubicar la Estación del Tranvía.

 
 

Ingentes ciudadanos de Mayagüez, preocupados por las graves condiciones del teatro y por la continua demanda de uso que en la década del 1870 a 1880 tenían los teatros del interior del país, se convocaron en octubre de 1874 ante las autoridades y el pueblo para presentar el plan para la construcción del Teatro, pues ya el viejo "Ranchón", en 1877, no aguantaba más. Las suscripciones y los fondos necesarios fueron finalmente levantados por una Junta de Accionistas liderada por Pedro Tolosa y Enrique Berrocal distinguidos mayagüezanos. Mientras, un pequeñísimo Teatro, llamado Teatro Cervantes, y ubicado en las cercanías de la Iglesia, resolvía las ansias culturales del pueblo de Mayagüez.

 
 

Sin embargo, meses después del intento de Tolosa, la prensa empezaba a preguntarse qué pasaba con el Teatro que no empezaba a construirse, mientras el Ranchón ya daba muestras de agonía irreparable. Incluso las damas se quejaban -según cuenta el periódico La Razón- de que las sillas, de tan sucias, manchaban sus trajes. En 1878 se funda la Sociedad Anónima Teatral de Mayagüez, que pretendía dar curso a los esfuerzos de 1874. Pero a falta de un espacio para iniciar la construcción, los esfuerzos se detuvieron y ese mismo grupo de ciudadanos se dieron a la tarea de construir el Teatro la Princesa en 1874, que funcionó por poco tiempo.

 
 

En 1874 también se funda el Casino de Mayagüez y desde sus inicios levantó un pequeño tablado que fue modificado con el tiempo, hasta que en 1881 ya era un teatro, que aunque de limitados recursos, dio nacimiento a la dramaturgia mayagüezana, hoy parte integral de la historia del teatro puertorriqueño.

 
 

A partir del Decreto de Libre Asociación de 1873, otras agrupaciones mayagüezanas construyeron teatros pequeños, como el Centro Hispano Ultramarino, el Casino de Artesanos y la Bella Unión Mayagüezana, muy activa en 1887.

 
 

En 1883, un grupo de Mayagüezanos, encabezados por el poeta y luego Alcalde, el Lcdo. Salvador Mestre y Mora, solicitan construir otro teatro provisional adjunto a la Plaza del Mercado, en lo que el proyecto del Gran Teatro se consolidaba. Ese teatro que sirvió durante algunos años, se conoció como el Teatro Primavera.

 
 

El BizcochónNo será hasta el año 1887, que tras una Junta ciudadana, se decide comenzar la construcción del Gran Teatro El Bizcochón de Mayagüez, nuestro primer teatro formal, de madera, ladrillos y mampostería con fachada de evidente neoclasicismo criollo mezclado con adornos árabes y capacidad para unas 600 personas.

 
 

Un excelente folleto llamado Ligera Reseña acerca de la Construcción del Teatro de Mayagüez publicado en diciembre de 1887, nos narra con detalle el celo y el orgullo de los obreros mayagüezanos en la construcción de su nuevo teatro que fue terminado e inaugurado en 1889. En 1898, el mencionado teatro, ya en condiciones de deterioro, fue vendido al Ayuntamiento Mayagüezano por $20,000.

 
 

El Bizcochón -nombre popular que se le dio por su florida fachada, parecida a la de un pastel-, fue entonces llamado Teatro Municipal y estuvo localizado aledaño a lo que hoy conocemos como El Parque Suau, separado de él por una pequeña calle que se conoció como la "Calle del Teatro" porque era la calle de salida de sus puertas laterales.

 
 

Los rápidos deterioros de los edificios de madera y mampostería, se acusaron pronto en el El Bizcochón, en cuyo frontispicio ondeó por muchos años la bandera norteamericana, según atestiguan fotos de la época. Fue allí donde en 1902 se estrenó la primera película que vieron los mayagüezanos, película traída por un grupo de jóvenes entusiastas empresarios de apellidos Maymón, Rahola, Vargas y Freyre, a quienes Mayagüez les deberá ese primer empujón de cultura cinematográfica.

 
 

Este Teatro Municipal: el Bizcochón, bajo la administración de Don Rafael Domínguez, funcionaría sin interrupciones hasta que fue destruido por el terremoto en 1918.

 
 

En 1909 comienza en todo Puerto Rico la fiebre del cinematógrafo y ya había en San Juan tres cines estables, en Ponce dos y en Mayagüez uno y este uno sería el Teatro Yagüez, teatro que combinaría el estreno de zarzuelas, teatro dramático y operas con las más destacadas "joyas de la cinematografía".

 
 

El teatro en Mayagüez: los inicios.

 
 

Francisco Maymón PalmerLa aventura de construir un teatro no se da sólo en una mente anhelante de cultura y esparcimiento, se da también en un evidente deseo de capitalizar económicamente una obvia necesidad. Don Francisco Maymón Palmer (1870-1954), joven empresario nacido en San Germán, en 1900 era un comerciante de mucho empuje y entusiasmo, que crea en 1903 la Empresas Yagüez, con el fin de establecer un espacio a la novedosa industria cinematográfica. Sus primeros intentos se realizaron en el pueblo de San Germán y en la República Dominicana, donde desarrollo amistades y socios.

 
 

San Germán, según relatos familiares, no fue amable con los deseos de instalar un cine en ese pueblo y su intención se juzgó en ese momento perniciosa a la salud social. Por ello, en 1908 Don Francisco Maymón se traslada a Mayagüez, con la mente clara de levantar un edificio teatral, y en ese momento, la esquina de la Calle Dr. Basora y Mckinley era la propicia para ello.

 
 

La construcción de acero y madera, techo de zinc forrado de brea, de tres pisos y en forma de herradura, empieza con gran entusiasmo a juzgar por las noticias que celebraban el El teatro originaladvenimiento de un nuevo cinematógrafo, en medio de la fiebre que invadió la Isla, pues el, Yagüez completaba una amplia plantilla de cines que comenzaban a abrirse en toda la Isla. En 1909 y desde un lustro antes, según reporta la revista El Carnaval, comenzaban a funcionar cines en Bayamón, Arecibo, Vega Baja y se sumaban más salas en San Juan, cines propiamente dicho; pues también muchos teatros habían comenzado a hacer las veces de cinematógrafos, lo que habría un mundo de posibilidades para el entretenimiento público.

 
 

Las empresas Yagüez prosperaban rápidamente. Maymón tenía sucursales de su empresa en Mayagüez, San Juan y Ponce y relaciones con casas de distribución en Santo Domingo, Nueva York e Italia. Con gran alborozo anunciaba que tenía más de 5 mil películas en existencia y era la "Única poseedora de toda la Serie de Oro de la casa cines de Roma".

 
 

Las exhibiciones comenzaron con fuerza justo al terminar la construcción del teatro a mediados de 1909. Más de cuarenta empleados formaron parte de esta empresa, desde jefes de oficina y representantes mercantiles, hasta conserjes, porteros y taquilleros; en poco tiempo el Teatro Yagüez se convirtió en el más grande emporio de entretenimiento en el área oeste en la década del 10 del siglo XX, dejando atrás al propio Teatro Municipal que a duras penas competía con el huracanado trabajo empresarial de Maymón.

 
 

Éxitos como Cleopatra (1912) y Quo Vadis? (1912) abarrotaron el Yagüez, época que fue también de gloria para el Sexteto Yagüez, grupo musical que interpretaba las partituras de la películas recibidas. Este famoso Sexteto Yagüez estaba dirigido por José Brito, con destacados músicos de apellidos ilustres de nuestra zona como Madera, Trinta, Cordero, Raldiris, Camuñas, López y Segarra.

 
 

Sexteto YagüezSobre esta importante agrupación hay muchas y simpáticas historias. Cuentan algunas revistas que en ocasiones las partituras musicales no llegaban a la par que las películas y el Sexteto se las veía difíciles en poder improvisar una partitura que fuera acorde con la trama de una película que no habían visto. Así, el Sexteto tenía que interpretar música de otras fuentes, dándose el caso que para escenas altamente dramáticas, la música se escuchaba extrañamente alegre, o podía escucharse lo contrario provocando las carcajadas del público.

 
 

No dejó el Yagüez en este momento de ser escenario de importantísimas compañías teatrales que estrenaban allí con toda pompa y mucho más apoyo de la culta "Niza de Puerto Rico". Tal contribución a la cultura llegó a los maravillosos extremos de que nuestro Teatro Yagüez, en el año de 1915, tenía su propia revista, la Revista del Yagüez, publicitada como la "única revista puertorriqueña dedicada al cinematógrafo".

 
 

En ella, además de publicar poemas y artículos de los más notables escritores como José de Diego, se publicaban los resúmenes de las películas, pues recordemos que eran mudas y era de suma importancia para entenderlas, que la gente pudiese leer su argumento con anterioridad. Esta revista además servía a un propósito industrial muy específico, constituía una suerte de catálogo de la Empresa Yagüez, en su faena de distribución de películas en los teatros del interior del país.

 
 

Para 1916, y en plena Primera Guerra Mundial, Maymón había consolidado el primer negocio de distribución de películas más importante de Puerto Rico, con relaciones comerciales de venta y reventa en Nueva York, la Habana, República Dominicana y España. Un centro de tanta importancia y tanto éxito económico no podría pasar por alto ante la sospechosa mirada -y algo envidiosa por demás- de la autoridad municipal, representada entonces por el Alcalde Alejandro Galanes.

 
 

Un claro ambiente de tensión entre el Teatro Municipal y el Yagüez y sus empresarios quedaba registrado de manera continua en la prensa como una suerte de competencia sobre cual de los dos teatros traía los mejores artistas y las mejores películas. Maymón se destacaba por traer artista de primer orden y películas de estreno cuya taquilla podía llegar a los ¡dos dólares por butaca en 1917! Mientras el Teatro Municipal llegó a negociar una función de una compañía de Zarzuela por ¡$5,000 dólares la función!, dos veces lo que cuesta una función de teatro en el año 2008. Pero ciertamente la belleza del Yagüez atraía a más público que el viejo caserón de la Méndez Vigo.

 
 

Desde 1916 comienzan los reclamos municipales a Don Francisco por negarse a pagar el impuesto por representación. Una ordenanza municipal de 1914, que obligaba a una contribución por espectáculo, le es forzada judicialmente a cumplirse. Esta le imponía un contribución cada vez que la película se pasaba, por lo que el impuesto ante las dos tandas corridas que se llevaban a cabo en un día era muy oneroso para la empresa. Maymón lleva el asunto a cortes y las tensiones aumentan entre él y el Municipio, tensiones sobre las que se escondían los deseos municipales de adquirir el solar donde se levantaba el Teatro. Adquisición que prontamente se convirtió en un complejo proceso de expropiación.

 
 

Estos hechos serían el trasfondo de una histórica tragedia para Mayagüez, quien ya experimentaba la justa crueldad de la naturaleza, tras el terrible terremoto y tsunami del 11 de octubre de 1918. El viejo Teatro Yagüez pudo escapar airoso, convirtiéndose en Hospital temporero de cientos de enfermos y heridos. Mientras, ese mismo terremoto destruía para siempre el viejo caserón del Teatro Municipal. Mayagüez contaría entonces con un solo teatro.

 
 

El incencio: jueves, 19 de julio de 1919, 8:30pm.

 
 

Para entender el incendio del Teatro Yagüez tenemos que acercarnos, lamentablemente de forma somera, a varias procesos que ocurrieron pocos meses antes del incendio. Cinco meses antes de julio de 1919, el Consejo Municipal de Mayagüez había dado aprobación a los planos de construcción de un "Nuevo Teatro" que proponía la Corporación Mayagüez Show Company, que manejaba el empresario Rafael Domínguez y otros socios y que sería enclavado en la cuadra que formaba la calle Pablo Casals y Pilar Defilló de cara a la calle Méndez Vigo. Mientras, el Alcalde Galanes no disimulaba sus deseos de expandir los edificios de la Municipalidad, a los solares donde se encontraba el Teatro Yagüez y la residencia de Maymón.

 
 

Este "Nuevo Teatro" se abriría paso en abierta competencia con el Yagüez cuyos planes de restauración -aunque aprobados- no escapaban de la vieja tensión legal entre Maymón y el Municipio. Con la construcción de un "Nuevo Teatro" apoyado por el Alcalde -no sabemos en virtud de qué acuerdos económicos con la Mayagüez Show Company- , el público y los auspiciadores mayagüezanos se dividirían entre uno y otro teatro como se había dividido ya en toda la década que iba de 1909 a 1918 entre el Yagüez y el Municipal. Pero... un "Nuevo Teatro" -no el feo y viejo Bizcochón- que compitiera con el Yagüez, podría suponer la ruina de Maymón y la eventual adquisición de sus terrenos.

 
 

Sabás Honoré y familiaRecobrado Mayagüez de los daños del terremoto de 1918 y en el mes de abril de 1919, Maymón anunciaba con bombos y platillos los nuevos planos que los arquitectos e ingenieros Sabas Honoré Rivera, Felix y Julio Medina y Manuel Font, habían levantado para la reconstrucción del Yagüez quien se encontraba en franco deterioro a pesar de seguir dando escenario a importantes compañías durante todo ese semestre, como a la Compañía de Zarzuelas de José Francés y la de Modesto Cid, que estrenaron en Mayagüez en mayo y junio de ese año fatídico.

 
 

Maymón había invertido cerca de $4,000 dólares en los meses anteriores al fuego en mejoras. En el mismo mes de Julio de 1919, finalmente quedaba cancelada la deuda con el viejo dueño del solar, que había sido comprado por Maymón por $8,000 dólares. La Compañía de Zarzuelas de Severino Cid estaba anunciada para estrenar el 20 de junio en la noche.

 
 

El 19 de junio de 1919, en la función de las 7:00 de la noche se presentaban dos episodios de la serie La Bala de Bronce, seguida de la película La Vestal del Sol Inca distribuida por la San Juan Films. El teatro, según los informes estaba repleto, cerca de 800 personas ocupaban los 1,002 localidades de los tres pisos del teatro. Más del 50% por ciento de este público estaba compuesto por niños entre 8 y 17 años y sus madres y padres.

 
 

Al punto de las 8:30 de la noche una estruendosa explosión estalló en el sótano del escenario. Tras la explosión y las llamaradas seguidas, el público en pánico a los gritos de ¡fuego! comenzó a agolparse frente a las cinco puertas del frente y a las tres laterales. Los que ocupaban el gallinero y los palcos saltaban de sus balcones para caer sobre los niños y las mujeres que en su mayoría ocupaban la platea. Una de las cinco puertas frontales estaba inutilizada y las restantes, abrían sus hojas hacia adentro. Afuera, el tumulto de personas que entraría a la segunda función se lanzó a ayudar a los que intentaban salir, agolpándose unos y otros en los marcos de las puertas que finalmente cedieron, logrando que un amplio número de personas pudiera salvarse de las llamas que devoraban ya la platea y los balcones intermedios.

 
 

Las escaleras que conectaban los pisos unos con otros, atestadas de gente tratando de escapar, cedieron a su peso atropellando bajo sus maderas a cientos de personas que se desangraban en gritos de agonía. Las flamas se expandieron rápidamente por la pantalla y llegaron hasta el plafón de cartón que encubría el enrramado de madera, que a su vez sostenía el techo de zinc, haciendo que éste cayera, encendido en brasas, sobre la gente aterrizada que aún se agolpaba por salir del lugar. En menos de veinte minutos, las paredes del teatro ardieron en una gigantesca flama que podía verse a millas del lugar.

 
 

Las bombas de agua defectuosas no ayudaron a consumir las llamas, que con alguna tardanza los bomberos -que quedaban pared con pared con el teatro- lograron a duras penas utilizar. Las mangueras más que apagar las llamas, convirtieron la brea quemada en una pasta hirviente que caía sobre las gentes, causándoles gravísimas quemaduras. La faena infernal terminó pronto. En menos de una hora todo fue cenizas, brea, humo y cadáveres irreconocibles.

 
 

Madres y padres desgarrados de dolor, se lanzaban sobre los niños que lograban salir, pensando que esos podían ser sus hijos. El pueblo se lanzó de inmediato a socorrer heridos y quemados, abarrotando los hospitales del centro de la ciudad.

 
 

Nunca se sabrá la totalidad de los muertos, pero según los reportes iniciales de la prensa, que conservan nombres y apellidos, ciertamente fueron más de 60 y no menos como se ha dicho después, y esto sin contar los carbonizados irreconocibles o la procedencia de partes del cuerpo separadas entre los escombros, y añadir a ello más de 400 heridos, quemados y golpeados.

 
 

Aún no se podido explicar la rápida voracidad de las flamas, como si en la explosión se hubiese liberado algún tipo de acelerante que consumiera la madera de manera tan veloz. O si ya de antemano "alguien" hubiera derramado acelerantes en las paredes o en el techo. Ese fuego llevó a cenizas a este gigantesco edificio en veinte minutos.

 
 

El fiscal de Mayagüez, Lcdo. Angel Acosta Quintero, comenzó la preparación del sumario de inmediato, pues la mano criminal apareció como motivo a las pocas horas del incendio.

 
 

Destaca de los reportes de la época que tras el incendio, turbas de mayagüezanos enfurecidos se agolparon frente a la casa de Maymón -aledaña al teatro- para cobrarle con su vida lo que creían había sido un fuego ocasionado para el cobro de un seguro. Se rumoraba que los planes de reconstrucción del Teatro Yagüez no tenían el capital suficiente si no se cobraba el seguro del actual. Maymón tuvo que esconderse por más de una semana, y fueron sus ayudantes y socios los que hablaron con la prensa sentenciando que el Yagüez no estaba asegurado, y que el fuego no había sido causado por las películas que se suponía se guardaban bajo el escenario, cuya composición de nitrato pudo haber causado las flamas. No. El sótano del escenario estaba limpio, pues al otro día recibiría la aparatosa escenografía de la compañía de zarzuelas de Severini Cid que llegaría muy temprano en la mañana del día 20.

 
 

Maymón envió desde su escondite una carta pública ofreciendo una recompensa de $500 dólares por información sobre los autores del siniestro. Los socios de Maymón hicieron un estupendo trabajo calmando la ansiedad pública, así como la División de Detectives de la Policía de Mayagüez, que comenzó a producir arrestos.

 
 

Curiosamente, el primer arresto de los detectives fue el del conserje del teatro, Rufino Bourbón, hombre humilde, de avanzada edad y de tez negra, que llevaba junto a Maymón 9 años de incondicional servicio. Bourbón fue implicado por el testimonio de una niñita que alega haberlo visto bajo el escenario momentos antes de la explosión. Pero nada pudo probársele.

 
 

Lo verdaderamente sorprendente sería el posterior arresto de Napoleoni Ventura y de Rafael Domínguez, quien junto a otros socios, formaban la corporación Mayagüez Show Company, dueña del "Nuevo Teatro" Méndez Vigo.

 
 

Tras intensos interrogatorios que permanecieron ocultos a la prensa, se les acusó de perjurio por sus declaraciones contradictorias en torno al incendio y fueron puestos bajo fianzas altísimas. Domínguez pagó la suya, pero Ventura no y fue a parar a la cárcel de la que salió poco después.

 
 

Sin embargo ninguno de los dos fue acusado directamente por el hecho y la mano criminal que ocasionó esta inmensa y dolorosa catástrofe, permaneció impune.

 
 

Todo esto dejaría mucho que pensar sobre las reales intenciones de la mano criminal del fuego en el Teatro. ¿Quién de verdad querría quemar un lugar tan importante para la sociedad mayagüezana si no iba a recibir un beneficio directo e inmediato de su acción? La lista de sospechosos era obvia y los resultados de la pesquisa hablan por sí solos.

 
 

La sociedad mayagüezana sin embargo no olvidó, y las sospechas quedaron en carne viva. El Teatro Méndez Vigo, finalmente inaugurado a finales de 1919, tuvo dos breves momentos de gloria con la famosa compañía teatral mexicana de Virgina Fábregas y la visita de la compañía del poeta Villaespesa en 1920, pero las críticas a la incomodidad del teatro que cobijó las mismas, llenaron las páginas de la prensa local, que pedía a gritos a Maymón que acabara de restaurar su teatro. El Teatro Méndez Vigo a pesar de una remodelación que realizó en 1921, fue devorado - irónicamente- por otro incendio, cerca del año 1925.

 
 

La primera reconstrucción: 1921.

 
 

Pocos días después del fuego el Alcalde Galanes se presentó al hogar de Maymón para comprar el solar del Teatro y su casa.

 
 

Ante la negativa de Maymón, el Alcalde intentó obtener el solar mediante expropiación y negándole el permiso de construcción, iniciándose así un sonado litigio que fue ganado por él en los tribunales. Maymón ya se daba a conocer como "El Gallo" Maymón, pues salía triunfante de todas sus batallas.

 
 

Apaleado por el Tribunal y para evitar posibles alcances de la calumnia, el Alcalde Galanes firma un acuerdo con Maymón, en diciembre de 1919, en el que el Municipio se compromete a cesar en sus deseos de expropiar el solar del Teatro si Maymón desistía a su vez de sus multiples demandas contra el Alcalde. Así se hizo. Maymón comenzó en el mismo mes de julio a limpiar los escombros, y tan pronto como agosto comenzó a construirse el nuevo teatro.

 
 

La restauración sin embargo fue lenta. Un año y seis meses no pudieron ahorrarse, por más prisa que se diera su dueño. Había que construir un teatro desde la misma fundación. Maymón promete la inauguración para el mes de septiembre de 1920, lo que no pudo cumplir, luego para finales de octubre, y tampoco. Finalmente, doblando los turnos de trabajo de los obreros y trayendo más maestros albañiles y carpinteros, promete la inauguración para el 1 de enero de 1921. Al llegar diciembre, se anunció que estaban ya en Mayagüez los adornos del techo que serían traídos de Italia, así como otros elementos de butacas y columnas que adornarían el interior. Pero ciertamente, tampoco estaría para enero. El teatro vino a terminarse en febrero de 1921 y su primera función se realizó el día 5 de marzo. El teatro fue inaugurado con gran pompa con la exhibición de la película de misterio "Detrás de la Puerta" (Behind the door) una película de 1919, protagonizada por Hobart Bosworth, musicalizada por la ahora "Orquesta Yagüez".

 
 

Se ha dicho que la arquitectura del Yagüez le debe mucho al neoclásico europeo, puede ser; pero resalta a la vista todos los atributos de la arquitectura de principios de siglo XX, afiliados a lo que se conoció como "la Belle Epoque" europea. Su cúpula de vitrales multicolores corona lo que se conoce en arquitectura como un complejo eclecticismo basado en un "neobarroco", o nuevo barroco del siglo XX, que da magnificencia y grandeza a la estructura que domina una ubicación céntrica de dos grandes calles en cruce. Un clásico reloj corona el frontispicio con las fechas de fundación y reconstrucción 1909-1920. Sobre esta arquitectura, el Dr. José María Álvarez Cervera hará interesantes estudios que deberán ser publicados en el futuro.

 
 

Ciertamente, el Teatro Yagüez salió de sus cenizas no como un recuerdo de su pasado, sino como un espíritu de civilización nuevo y reluciente. Maymón le había dado a este pueblo un monumento a su grandeza, además de un excelente y próspero negocio de gran beneficio social.

 
 

En 1922 Maymón inaugura una pequeña Imprenta como extensión de sus negocios, encargada de imprimir el Boletín Yagüez, que daba cuenta de las carteleras de películas.

 
 

Teatro YagüezEl 1936 se instaló la Marquesina Trini alumbrada, que dio una nueva fachada, algo reprochable, al magno edificio. La marquesina se mantuvo hasta la restauración del 1984. Las décadas del 30, del 40 y del 50 pasaron por el escenario del Yagüez en las voces y actuaciones de inmensas luminarias europeas y latinoamericanas que sería largo enumerar aquí, bástenos saber que figuras como Carlos Gardel en 1935, Jorge Negrete en 1944, Libertad Lamarque en los años 50, Sarah Montiel, el bolerista José Mojica, así como grandes joyas de la cinematografía europea y estadounidense se presentaron en sus pantallas.

 
 

Francisco Maymón muere en el año 1954 y hereda a su hijo, Don Miguel Angel Maymón Camuñas (1912-1993), la misión de preservar el teatro a todo coste. Maymón hijo adquiere de su hermana la parte heredada y en 1959 adviene como único propietario del Teatro.

 
 

El Teatro, como edificio, fue en franco deterioro. Más de 4 décadas sin restauración, a pesar de un excelente mantenimiento, empezaron a notarse y a principios de la década del 70, la fachada exterior había sido descuidada, y la estructura empezaba a ceder en algunos lugares.

 
 

Ya para 1975 el teatro era algo menos que un cine de barrio -húmedo y maloliente- donde se exhibía lo peor del cine americano comercial y hasta llegó a exhibirse franca pornografía, situación lamentable a la que le llevaron administradores inescrupulosos ajenos a la voluntad de Maymón hijo, que siempre deseó lo mejor para el Yagüez. Pero sus deseos estuvieron muy lejos de sus capacidades financieras.

 
 

Por su parte, el Municipio a mediados de la década del sesenta, construye junto al Teatro Yagüez el Centro Cultural Baudilio Vega Berríos, que contenía un teatro formal con capacidad para casi 500 personas, donde estrenaron las más importantes compañías de los festivales de teatro de San Juan en la década del sesenta y setenta, quitando así primacía al Yagüez como el primer centro de cultura mayagüezano.

 
 

Al igual que su padre, y amenazado por intereses de empresarios que deseaban vorazmente demoler el edificio y usar el solar para construir en él bancos y oficinas, Miguel Maymón resistió heroicamente el ofrecimiento de sumas de dinero escandalosas, y sostuvo el último mandato de su padre.

 
 

La venta al Municipio en 1977 y la restauración de 1984.

 

Miguel MaymónEn el año del Bicentenario de los Estados Unidos, 1976, una comisión de la Oficina de Monumentos Históricos Federal declara al Teatro Yagüez un "National Historic Landmark", luego de ello el Instituto de Cultura Puertorriqueña lo declaró Monumento Nacional.

 
 

A nombre del Municipio, el ex Alcalde de Mayagüez, Benjamín Cole, adquiere de Maymón hijo, la propiedad el Teatro Yagüez por $375,000 dólares y los papeles se firman en el año de 1977. Una de las condiciones de Maymón hijo para la venta, fue que el teatro siempre fuera lugar para las artes y la cultura en Mayagüez.

 
 

Inmediatamente comienza el proceso de búsqueda de fondos federales para su restauración y adquiridos éstos, una gran faena de restauración a cargo de la firma de arquitectos Carlos Archilla, comienza en el 1978 y culmina exitosamente en el año de 1984. Entre las restauraciones más notables se encontraban el aumento en el número de asientos, las paredes de mármol, la renovación de todo el piso de butacas, nuevos equipos de iluminación y sonido y una hermosa lámpara colgante que corona el corazón del teatro.

 
 

El nuevo Yagüez es inaugurado con gran pompa por la Administración de Cole. La inauguración incluyó el estreno de conciertos sinfónicos, el estreno de las óperas El Barbero de Sevilla y La Traviata, así como varios conciertos con cantantes populares.

 
 

Lamentablemente para la clase artística del país, los costes de restauración y mantenimiento comenzaron a reflejarse en los cánones de renta impuestos por el Municipio. En esa época, el Teatro Yagüez se convirtió en el Teatro más caro de todo Puerto Rico, por el que se llegó a cobrar $800 dólares por una función.

 
 

Esto provocó que muchas compañías teatrales de San Juan olvidaran a Mayagüez en sus rutas por los teatros del interior y nuestra sala cayó en lamentable olvido, utilizándose entonces para actividades municipales y escolares. Error de administración que el pueblo pagó con el muy alto precio de una ciudad sin entretenimiento cultural de altura. Esparcimiento que entonces se canalizó en los cines de los grandes centros comerciales urbanos.

 
 

A finales de la década del ochenta, tras varias denuncias públicas sobre el tema del precio del arrendamiento, el reglamento se fue haciendo paulatinamente laxo con algunos productores y sólo así, el pueblo de Mayagüez pudo ver en este escenario los inicios de lo que es hoy la Productora Nacional de Teatro, conglomerado de las siete compañías de teatro más antiguas de Puerto Rico fundada en 1985, que obtuvo un beneficioso arreglo con el Municipio, a través del Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas del RUM, para traer a ese teatro todas sus giras.

 
 

En esas giras vieron escenario muchas de las grandes obras del repertorio teatral puertorriqueño, y en 1988, Teatro El Cemí, del primer actor Marcos Betancourt, trajo al Yagüez una obra del dramaturgo Roberto Ramos-Perea, Llanto de Luna, como la primera obra de un autor teatral mayagüezano en estrenarse en el teatro luego de su restauración.

 
 

En ese año además se estrenó también en el Yagüez El mensajero de Plata, con libreto de la dramaturga Myrna Casas y música de Roberto Sierra y muchas de las grandes comedias puertorriqueñas del dramaturgo Juan González Bonilla, producidas por Joseph Amato, se estrenaron a sala llena en el Yagüez. Es un momento de esperanza, pues la División de Actividades Culturales del Recinto de Mayagüez, llevó al Yagüez lo mejor del teatro nacional.

 
 

Detalle techo Teatro YagüezAños después de la restauración, al advenir al poder municipal en 1992 el actual Alcalde Hon. José Guillermo Rodríguez, los cánones de renta fueron revisados y el teatro gozó de un nuevo renacer tras la celebración de sus diez años de restauración en 1994. Décimo aniversario que se celebró con el estreno de la obra Miénteme Más, Premio Tirso de Molina de España en 1992, que fue estrenada por Teatro El Cemí y es de la pluma del dramaturgo mayagüezano Roberto Ramos-Perea.

 
 

Esta celebración reconoció las fallas administrativas en el ofrecimiento del teatro, así como resolvió largas complicaciones de empleomanía, administración y el fantasma de la censura previa, que atrasaban el desarrollo cultural mayagüezano.

 
 

La importancia dada a asuntos vitales como la revisión de los cánones de renta y la burocracia administrativa, la carencia de fondos para el mantenimiento, la complejidades causadas por la utilización de los técnicos de planta en tareas de mantenimiento, el reglamento de uso de las nuevas áreas como el café teatro, y la necesidad de hacer más accesible el teatro a compañías de la capital fueron problemas adicionales al deterioro de la planta, que se lidiaron con mayor o menor efectividad, pero sí fueron situaciones críticas en el desarrollo de ese momento histórico que vivió el teatro desde 1994 al año 1998.

 
 

El tiempo y las condiciones del clima -entre ellas, los huracanes- no fueron amables con la estructura del Yagüez. El techo tenía grietas y el agua colada afectó alfombras y paredes. La misma seguridad del edificio causó problemas a los administradores, según rezan los memorandos de este momento.

 
 

Aún así, en precarias condiciones de mantenimiento, el teatro se siguió utilizando con más o menos frecuencia para exitosas actividades culturales, ópera, teatro, encuentros de artistas de la canción popular, hasta incluso servir de estudio para programas de televisión.

 
 

Desafortunadamente los recursos municipales no fueron al paso de las necesarias restauraciones propias de un rápido deterioro y el teatro tuvo que ser cerrado nuevamente en el año 2001.

 
 

2002-2008: La tercera restauración.

 
 

Fuentes de financiamiento federal y local se unieron para completar la suma de $4 millones que se calculó inicialmente para comenzar la restauración del año 2002.

 
 

El análisis que se hizo del estado de deterioro del teatro fue exhaustivo y existe gran cantidad de fotos que muestran el decaimiento de la estructura de lo que fue la "Catedral del Arte Sonoro" de 1984. La empresa Navas y Moreda Construction se encargó de la presente restauración que pretende corregir esas fallas estructurales y dar al Yagüez una remodelación desde la misma raiz para corregir estos males que le abatieron.

 
 

La restauración culmina a mediados del año 2008 y la reinauguración se pauta para septiembre.

 
 

Tal vez, el mayor problema que enfrentará el Teatro Yagüez en el futuro, será la capacidad del Municipio de dar al teatro un mantenimiento constante. Los teatros restaurados requieren de continua vigilancia porque son edificios portentosos, grandes, donde una pequeña falla irreconocible, o pasada por alto, puede convertirse eventualmente en un gravísimo problema.

 
 

Sobretodo hacer el Teatro accesible a su pueblo, porque él es la razón de que exista.

 
 

Lámpara Teatro YagüezLa declaración de nombrar la Sala del Teatro Yagüez, Sala Lucy Boscana, es una denominación que honra inmensamente la cultura y el teatro de la nación puertorriqueña. Lucy Boscana, orgullosa mayagüezana, encarnó con su trabajo y su talento las más altas aspiraciones de lo que es un artista puertorriqueño. Su relación de triunfos y trabajos es interminable, su amor y su pasión por un Puerto Rico que fuera honra de sí mismo, han quedado en la historia como la huella de una lección a seguir. Ningún artista mayagüezano merece que esta sala sea nombrada con su nombre con más méritos que ella. Su pueblo se honra en hacerlo porque como buena mayagüezana, amó el Teatro Yagüez con pasión de alma.

 
 

La historia del Yagüez no ha terminado de contarse todavía. Hay historias, anécdotas, luchas, intrigas, pasiones que este gran teatro grabó en nuestra memoria colectiva. Ojalá en el futuro cercano haya más páginas que la acojan con el mismo amor que hoy, a la altura del 2008, las contamos.

 
 

Desde la imagen de Maymón, caminando vestido de punta en blanco por el pasillo de la platea, asegurándose de que todo estaba en orden para empezar la función...el sonoro timbre que anunciaba el comienzo del matiné, la pared de madera oscura y reluciente que enmarcaba el vidrio viejo y opaco de la taquilla del teatro, el adornado balcón del ala izquierda del primer piso -mejor lugar que ningún otro para apreciar la función-..., los celajes de las ánimas en pena que tras el incendio aún vagan por el teatro a oscuras... todo, toda esa historia que crece y nos alienta es parte de lo que hemos sido, de lo que somos y de lo que aspiramos.

 
 

La cultura de Mayagüez deberá al Teatro Yagüez mucha de su gloria. Dramaturgos mayagüezanos como Angel Torres Cabassa, Luis Torres Mercado, Jaime Carrero, Roberto Ramos-Perea entre muchos otros, deberán volver a ver sus obras en esta sala, porque el teatro mayagüezano también tiene una gloriosa historia de triunfos desde las gestas de los grandes escritores teatrales mayagüezanos del siglo XIX, como Manuel María Sama, José de Jesús Dominguez, José María Monge, Eugenio Bonilla Cuevas, y tantos otros.

 
 

Actores inmensos, cantantes, bailarines mayagüezanos que hoy vibran en escenarios de otras partes, deberán rendir su tributo de identidad en este escenario.

 
 

Permitan las condiciones económicas siempre tan cambiantes, permita la historia misma que puedan hacerlo en honor aquella primera pasión de Maymón y los suyos, pasión que es más devoradora que un incendio.

 
 

Los pilares imponentes que enmarcan la entrada del Yagüez, como los grandes labios de una boca que canta épicas hazañas, canta hoy nuevamente. Nos deja maravilladamente sordos con la belleza de su atronadora voz. Quiera la vida que no se extinga en la desidia del tiempo.

 
 

Desde el Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño
19 de junio de 2008