Batey Delfín del Yagüez: lugar único en el patrimonio arqueológico del Caribe
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- por Juan A. Rivera Fontán *
Puerto Rico es un país rico en recursos de interés históricos y arqueológicos. Bajo nuestros suelos existen miles de lugares donde yacen vestigios de las actividades que durante sus vidas realizaron nuestros antepasados. Estos lugares se conocen como yacimientos arqueológicos y se encuentran localizados tanto en terrenos públicos como en propiedades privadas.
En el Inventario de Yacimientos Arqueológicos del Instituto de Cultura Puertorriqueña se tienen registrados más de tres mil lugares de interés histórico y arqueológico.
Los yacimientos arqueológicos son verdaderos tesoros de nuestra cultura e historia y por esa razón su contenido se considera patrimonio de todos los Puertorriqueños. La importancia de su estudio y conservación ha sido objeto de legislación. El 20 de julio de 1988 se aprobó la Ley 112 titulada Ley de Protección del Patrimonio Arqueológico Terrestre, que "declara de utilidad pública y patrimonio el Pueblo de Puerto Rico los sitios, objetos, yacimientos, artefactos, documentos o materiales arqueológicos...".
Mediante la arqueología, ciencia que estudia las sociedades del pasado y si cultura a través de la recuperación, análisis e interpretación de los vestigios que estos pueblos han dejado bajo o sobre el suelo, este legado se convierte en evidencia científica que nos permite estudiar y conocer las formas de vida de estos pueblos y reconstruir las diferentes etapas de la historia, desde nuestros orígenes.
Frecuentemente encontramos en los medios de prensa, noticias sobre sorprendentes hallazgos arqueológicos en nuestro país. Para finales del año del 1995 se reportó uno de estos extraordinarios descubrimientos.
En el Barrio Quemado del Municipio de Mayagüez se develó un valioso secreto que permaneció oculto bajo un manto de toneladas de tierra por espacio de quinientos años. Se trata del hallazgo de un gran batey construido por una comunidad de indios Taínos que vivieron en el lugar, entre los años del 1250 y 1500 de nuestra era.
El sitio está localizado en una vega formada por la falda de un monte perteneciente a una estribación de la llamada montaña de Urayoán y que está bordeada por el cauce del legendario Río Yagüez. Este sitio arqueológico lo hemos bautizado como el Batey Delfín del Yagüez.
El Descubrimiento
Durante el mes de diciembre del 1995, el Sr Edwin Quiles, propietario de una finca en este barrio, reportó a la Oficina Regional del Instituto de Cultura Puertorriqueña en Mayagüez, el hallazgo en su propiedad de “una gran piedra con una carita”. Edwin Albino, Promotor Cultural del Instituto de Cultura Puertorriqueña, oficial quien recibiera la noticia, inmediatamente coordinó una visita de inspección al lugar con el propietario, personal de Arqueología del ICP y oficiales del Gobierno Municipal de Mayagüez, quien fue representado por el Profesor Rafael David Valentín.
En este primer reconocimiento se verificó que la alineación de piedras descubierta en la finca del Barrio Quemado, formaba parte de una primitiva construcción indígena asociada a las áreas de bateyes de los indios antillanos y que “la gran piedra con carita” encontrada, tenía la forma de un delfín con un petroglifo de cara humana tallada en su cuerpo.
Ante tan importante hallazgo y el gran potencial científico y cultural que ofrecía el lugar, la ejemplar actitud de los propietarios en reportar el descubrimiento y su disposición para que se realizaran las investigaciones pertinentes, el Gobierno Municipal de Mayagüez, su alcalde, Honorable José Guillermo Rodríguez y la Dirección Ejecutiva del Instituto de Cultura Puertorriqueña se comprometieron a elaborar una propuesta para realizar las investigaciones arqueológicas.
Aceptada por las partes la propuesta de investigación que elaboramos, se firmó el primer acuerdo de trabajo entre la familia Quiles, el Gobierno Municipal de Mayagüez y el Instituto de Cultura Puertorriqueña. La primera temporada de trabajo de campo se desarrolló durante los meses de marzo a mayo del 1996.
Los objetivos iniciales de este trabajo fueron la identificación, excavación y documentación de los restos arqueológicos en el sitio, determinar qué pueblo fue el que habitó y construyó el batey; analizar el estado de integridad de la estructura y definir la importancia de este yacimiento arqueológico en la reconstrucción del proceso histórico de la región de Mayagüez.
Los hallazgos de los trabajos realizados durante la primera temporada estimularon la realización de trabajos adicionales. Con los resultados obtenidos en las subsiguientes temporadas de investigación se definió un proyecto para concluir las investigaciones arqueológicas con la restauración del Batey Delfín del Yagüez y construir un parque público para el disfrute de los puertorriqueños y nuestros visitantes.
El objetivo final de este proyecto es la creación de un centro de primer orden para la recreación, educación y turismo en el área oeste de Puerto Rico.
Los bateyes de los indios
Entre los diferentes tipos de yacimientos arqueológicos que conocemos, los sitios de bateyes son uno de los que mayor interés ha llamado la atención a los especialistas y público general. Puerto Rico es la isla del Caribe que mayor cantidad de bateyes tiene reportado.
Los bateyes son estructuras construidas por los indígenas antillanos a base del corte, relleno y nivelación de un área para crear una explanada, la cual se delimita por dos o más lados con muros de piedras y/o camellones (taludes artificiales de tierra).
Según Fray Bartolomé de las Casas, los poblados taínos “...tenían una plaza, comúnmente ante la puerta de la casa del señor, muy barrida, tres veces más larga que ancha, cercada de unos lomillos de un palmo o dos de alto,... La pelota llamaban en su lengua batey, la letra e luenga, y al juego, y también al mismo lugar batey nombraban”, Otro cronista, Gomales Fernández de Oviedo nos narra que “...en cada plaza que había en el pueblo o villa, estaba un lugar disputado para el juego de la pelota que ellos llaman batey; y también a las salidas de los pueblos había asimismo sitio puesto con asientos para que los mirasen el juego”.
Estos bateyes formaban parte del patrón de asentamiento de la sociedad indo antillana y los mismos tenían un carácter multifuncional ya que en ellos se realizaban toda una serie de actividades de la vida cotidiana, así como también se practicaba el juego de la pelota, los areitos y otras actividades sociales de índole económicas y religiosas.
La naturaleza comunitaria de estos sitios convertía este espacio en el eje desde donde gravitaba la vida social de estas comunidades. Tan arraigada fue esta tradición que nuestros campesinos, siguiendo la costumbre indígena adoptaron el concepto y llamaron a la explanada frente a sus Bohíos “el Batey”.
El Batey Delfín del Yagüez
El Batey Delfín del Yagüez mide unos 45mts. de largo por 32mts. de ancho. Su cancha interior cubre una superficie aproximada de 1,440 metros cuadrados, casi una tercera parte de una cuerda de terreno. Estas dimensiones lo colocan como el quinto batey de mayor tamaño entre los cientos de bateyes reportados en Puerto Rico.
Su planta forma un paralelogramo irregular, delimitado por cinco muros. Sus cuatro esquinas son abiertas y dan acceso al interior del batey. En su lado norte presenta dos muros paralelos que crean un pasillo de tierra de dos metros de ancho.
El área interior del recinto fue excavada y nivelada formando una especie de hondonada de unos 40-50cm. de profundidad. Para su construcción los tainos cortaron la falda del monte que forma los lados este y sur del Batey, nivelaron la plataforma y con la tierra extraída construyeron dos camellones con los cuales delimitaron el recinto en su lado norte y oeste. Contra la pendiente de los cortes de la ladera y de los camellones se instalaron los muros que demarcan el interior del batey.
La técnica de construcción que utilizaron para levantar estos muros fue la de colocar varios niveles de piedras superpuestas. Las piedras de la base son las de mayor tamaño y tienen en términos generales una orientación horizontal, sobre este primer nivel de piedras se colocaron uno o más niveles de piedras adicionales.
Un análisis del diseño de esta estructura demuestra que sus constructores adaptaron la arquitectura de su batey a la topografía de la terraza, exponiendo una racionalidad del entorno que evidencia eficiencia en el uso del espacio y en el ahorro de energía/trabajo en su construcción.
El elemento que más ha llamado la atención de este sitio arqueológico es la impresionante muestra de arte rupestre que se exhibe en sus muros. Quince de las piedras tiene algún tipo de figura labrada.
De especial interés resulta la asociación de una serie de figuras de animales marinos que dominan el tema iconográfico de este batey. De esta se destacan la presencia de dos sorprendentes esculturas de cetáceos de casi metro y medio de largo. Una de estas esculturas es la figura de un delfín la cual ha sido utilizada para darle nombre al yacimiento, la otra representa una Ballena Cachalote.
Estas esculturas son las primeras de su tipo que se reportan en los estudios arqueológicos del Caribe. La asociación temática de este batey con la fauna marina se complementa con petroglifos que representan un pulpo, un manatí y dibujos estilizados de peces. Además, encontramos una serie de ocho figuras talladas de unos 40 centímetros que representan peces.
También se ha identificado una piedra totalmente natural, pero que su forma sugestiva a un mero le confiere un rasgo iconográfico que permite integrarla al tema marino de este batey. La existencia de este conjunto de figuras marinas puede catalogarse como un verdadero acuario de piedra Taíno, y convierten este sitio en un lugar único en el patrimonio arqueológico del Caribe.
Comentario
En estas breves notas hemos planteado la importancia de los recursos arqueológicos, la naturaleza de los bateyes indígenas y la importancia del hallazgo e investigaciones del Batey Delfín del Yagüez.
Aparte de las contribuciones que este estudio aporta en el campo de las investigaciones arqueológicas, el proyecto Arqueológico del Barrio Quemado en Mayagüez, posee unas dimensiones sociales que deben ser señaladas.
La consistencia y el interés demostrado por el Gobierno Municipal de Mayagüez y el Instituto de Cultura Portorriqueña en este proyecto debe ser ejemplo de iniciativas futuras. Debemos reconocer la seriedad con que el Municipio de Mayagüez ha asumido la responsabilidad de patrocinar las investigaciones arqueológicas de este sitio arqueológico y el apoyo incondicional que nos ha brindado su distinguido alcalde, Hon. José Guillermo Rodríguez.
También es necesario señalar el esfuerzo que ha realizado el Instituto de Cultura Puertorriqueña al asumir la responsabilidad de brindarle el apoyo científico necesario para el desarrollo de esta iniciativa del Municipio de Mayagüez. Por espacio de más de diez años su programa de Arqueología ha dirigido las investigaciones arqueológicas, la restauración del Batey y la reconstrucción de su entorno.
Debemos recordar el estímulo al turismo que han creado los Centros Ceremoniales de Caguana en Utuado y el de Tibes en Ponce a sus respectivos municipios. La afluencia de miles de visitantes a estos centros, debe ser un indicador de lo beneficioso que sería para el desarrollo del turismo y al quehacer cultural de la ciudad de Mayagüez, la restauración y Puesta en valor del Batey del Delfín del Yagüez.
No podemos finalizar esta comunicación sin reconocer la aportación del Profesor Rafael David Valentín. Rafael David ha sido desde el día uno del proyecto la persona que ha asesorado y coordinado los esfuerzos del gobierno municipal en esta larga y compleja tarea por dotar a la Ciudad de los Indios de Mayagüez de su primer monumento Indígena.
Tenemos ante nosotros una gran oportunidad de dejar para nuestras futuras generaciones un monumento a una de nuestras más profundas raíces nacionales y a la vez proveer de un centro turístico de primer orden al área oeste de Puerto Rico.
* El autor es arqueólogo y fue el investigador del yacimiento arqueológico Batey Delfín del Yagüez. Este artículo se publicó inicialmente en la revista cultural Guácara.