Fabiola, 13 de julio de 2018

Al décimo día del Curso Especial de Superación Artística y Técnica (CESAT) Santo Domingo, República Dominicana.

Se acabó lo que se daba. Hoy la última clase del curso la ofreció el maestro Armando González, ex bailarín del Ballet Nacional de Cuba y ahora director del Ballet Nacional Dominicano. Fue una clase fuerte de comienzo a fin. Si la clase de maestra Lisbell fue rápida, la clase de Armando iba a las millas. Casi ni marcaba el ejercicio; solo la mitad y la otra porción la dictaba; no repetía nada; escogía la música y a bailar. Se trabajó la técnica pero también la memoria, un factor muy importante en el bailarín. Me gustó mucho su clase.

Las dos semanas del curso pasaron volando; quince días llenos de inmenso aprendizaje, risas, retos, trabajo, unos cuantos dolores de cabeza y cuerpo y, sobre todo, mucho amor.

A los primeros que hay que agradecer es a los maestros Leydi e Iván, por ofrecernos su casa, todo su amor y cariño. Además, ellos pensaron y diseñaron cada clase de ballet y de preparación física para fortalecer nuestras debilidades y trabajar en nuestras fortalezas. Estoy eternamente agradecida por todo lo que han hecho por nosotros. De igual manera, cada maestro y maestra invitada impartió su clase con mucho cariño hacia nosotros; con mucha energía positiva que se transmitió durante cada minuto de la clase, sin faltar la rigurosidad que conlleva una buena clase de ballet.

Todos los compañeros de clase también se robaron un pedacito de mi corazón. Siempre con una sonrisa y contentos. Siempre haciéndome reír de una forma u otra. Los voy a extrañar.

Los maestros Iván y Leydi me han llenado el cerebro de ejercicios para continuar fortaleciendo mi cuerpo y disminuir las lastimaduras, de las cuales me siento mejor pero no recuperada completamente. No obstante, ahora en Puerto Rico, con un poco de descanso y luego, ejercicios fuertes, seguir mi camino. Sé que voy a estar bien. Estoy lista para el semestre que viene en Cuba.

Han sido dos semanas intensas; que pena que se acabaran tan rápidamente, pero ya volveremos el año que viene.

Por último, aunque esta es la tercera vez que tomamos juntos el curso de CESAT, en esta ocasión fue una forma linda y especial de compartir con mi compañero de baile y amigo Joshuan. Se me va para España; va a estudiar lo que más ama: el baile. Con su forma de ser, su carisma y su positivismo, yo sé que le irá maravillosamente bien en esta nueva aventura de vida. ¡Adelante, y que repitamos CESAT!

Nota: Sí extrañaré mucho a los maestros, a Lucía y a los compañeros, pero más extrañaré los dulces de chinola (parcha) de Leydi y los riquísimos batidos de mango (mangó).

Gracias por esta oportunidad.