Mujeres esclavas en Mayagüez, 1872

El artículo que hoy publicamos, a tenor con el aniversario 140 de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, Mujeres esclavas en Mayagüez, 1872, lleva la firma de la historiadora mayagüezana doctora Ivonne Acosta Lespier.

Según la historiadora, las razones para publicar este trabajo “es empezar a corregir” la vergüenza que produce en algunos la esclavitud de sus antepasados, y para “estimular a los posibles descendientes de estas mujeres a que busquen sus raíces africanas con orgullo”.

El trabajo de investigación fue publicado en forma muy resumida en el periódico El Nuevo Día, el 23 de marzo de 1986. En marzo de 1993 fue presentado en el Recinto Universitario de Mayagüez, y se publica completo por primera vez a petición de varios profesores y estudiantes. La revista Cupey de la Universidad Metropolitana, lo publica en el Volumen X.

A petición de la junta editorial de mayaguezsabeamango.com, la doctora Acosta Lespier ha autorizado su publicación en nuestro portal, por lo que agradecemos la generosa colaboración de la mayagüezana.

Muchos libros y un blog

El primer libro de la doctora Acosta Lespier, La Mordaza: Puerto Rico 1948-1957 es un clásico de la historiografía de este país. También ha publicado, los siguientes libros, El Grito de Vieques y otros ensayos históricos 1990-1999 (Río Piedras: Editorial Cultural, 2001); Una historia olvidada, un siglo en la Asamblea Municipal de San Juan,1898-1998 (Asamblea Municipal de San Juan, 2000); Debates históricos para el nuevo milenio (Editorial Ateneo, 2000); El 98 Debates y análisis sobre el Centenario en las Tertulias Sabatinas (Cuadernos del 98, Ateneo Puertorriqueño, 1999); El Asesinato político en Puerto Rico (Cuadernos del 98, Ateneo Puertorriqueño, 1998); Santa Juana y Mano Manca, Auge y decadencia del azúcar en el valle del Turabo en el siglo XX (Río Piedras: Editorial Cultural, 1995); Controversias Históricas (Cuadernos del Ateneo Puertorriqueño, 1995) y La palabra como delito, los discursos por los que condenaron a Pedro Albizu Campos 1948-1950 (Río Piedras: Editorial Cultural, 1993).

En la actualidad, la doctora Acosta Lespier mantiene su presencia en Internet mediante un blog que inició en agosto del 2007 y se titula “Sin mordazas” (desahogoboricua.blogspot.com ). En corto tiempo ha recibido el premio Excellent Blog Award, otorgado por el blog "Históricamente" desde España. Ha sido destacado entre los más importantes en Puerto Rico en un artículo publicado en “La Revista” de El Nuevo Día (27 de abril de 2008) por la periodista Sara Del Valle, entre otros reconocimientos.

La historiadora dice que le encanta la oportunidad de publicar libremente y ser su propia editora además de comunicarse con el mundo entero por este medio interactivo.

Aguas de la Libertad

En Mayagüez, en el siglo XIX los conocidos miembros de la Sociedad Abolicionista, Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis, bautizaron y concedieron la libertad a miles de niños esclavos.

La manumisión, del verbo manumitir o dar libertad a un esclavo, tenía lugar en la pila bautismal de la Catedral Nuestra Señora de la Candelaria. Los niños eran comprados y bautizados inmediatamente, ceremonia que dio en llamarse las Aguas de la Libertad.

Segundo Ruiz Belvis, quien liberó a todos los esclavos que había heredado de su familia, en el 1867 solicitó la abolición de la esclavitud, junto a José Julián Acosta y Francisco Mariano Quiñones, como comisionados de Puerto Rico ante el gobierno madrileño.

El 22 de marzo de 1873 la Asamblea Nacional de la Primera República Española aprobó por unanimidad la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, una de las reivindicaciones sociales más importantes en nuestra historia.

 


 

Mujeres esclavas en Mayagüez 1872
por Ivonne Acosta Lespier

 

“Ay, ay, ay, que el esclavo
fue mi abuelo
es mi pena, es mi pena.
Si hubiera sido el amo,
sería mi vergüenza…”

Julia de Burgos

 

La historiografía puertorriqueña se apresta a rescatar los sectores antes ignorados. Uno de ellos es la mujer esclava. Quiéranlo o no sus descendientes, es imperativo trazar, hasta esas mujeres, un linaje histórico.

Al ofrecer este texto en forma de conferencia en Mayagüez en marzo de 1993, ocurrió que una estudiante se identificó, muy emocionada, como posible descendiente de Urzula, una de las esclavas africanas mencionadas. A petición nuestra la joven hizo averiguaciones con su abuela, pero ésta - que es obviamente la nieta de aquella africana - “no quiere recordar ese pasado” del cual se avergüenza. No damos su nombre ni el de la estudiante, pero una razón para publicar este trabajo es empezar a corregir esa actitud de la abuela y estimular a los posibles descendientes de estas mujeres a que busquen sus raíces africanas, con orgullo.

Introducción 1

EsclavitudEl Decreto de la Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico el 22 de marzo de 1873 dejó en libertad a cerca de 29,182 esclavos de ambos sexos en la Isla.2 Como parte del proceso previo a la abolición se había aprobado una ley preparatoria, la Ley Moret, en 1870 que incluía entre sus artículos la obligación de realizar un censo de esclavos en todo Puerto Rico. Se suponía que todo esclavo que no apareciera en el censo, o Registro Central de Esclavos3, sería libre.

Sin embargo, como todos los demás reglamentos de dicha ley, el censo tardó más de año y medio en efectuarse. Pero gracias a este Registro, finalizado un año antes de la Abolición, y el único completo que existe, podemos conocer quiénes eran los esclavos en cada una de las principales ciudades de Puerto Rico en ese momento histórico. El Registro de esclavos -que consiste de nueve volúmenes- nos da los nombres del esclavo, nombre y apellido de los dueños, estado civil, color, número de hijos, edad, oficio y procedencia. También nos indica si el esclavo estaba coartado o no en ese momento.

El siguiente trabajo se refiere a las mujeres esclavas en el Registro de Esclavos del Departamento de Mayagüez4 y pretende ser meramente el punto de partida para una investigación mucho más amplia sobre el tema.5

EsclavitudAl iniciar la investigación en el Registro, daba por sentado que habría de encontrar una gran mayoría de esclavos varones (dado el hecho de que Mayagüez era esencialmente un pueblo cañero), que la mayoría de las mujeres estarían desempeñándose en tareas domésticas y que encontraría una gran cantidad de esclavas coartadas, o por lo menos una mayoría de sus hijos ya libres luego de la Ley Moret. Ninguna de estas expectativas resultó ser cierta.

Mayagüez a fines del siglo XIX

A partir de la Cédula de Gracias de 1815 en Mayagüez, como en otros pueblos de la Isla, ocurrió un gran movimiento inmigratorio de franceses de Luisiana y el Caribe, de corsos, dominicanos, venezolanos, santomeños, y otros. Estos extranjeros van a promover una gran concentración de capitales y de tierras que se realizó en un breve lapso de tiempo. En 1847 un 54 por ciento de la tierra estaba poseída por 80 propietarios, hacendados de caña o estancieros de café.6 Aunque las estancias de café “fueron más numerosas y la producción más variable”,7 las haciendas de caña producían más beneficios contributivos que todas las estancias de café juntas. En 1861 la agricultura cañera ya había logrado su máximo desarrollo, las tierras habían sido acaparadas y los hacendados de caña se mantenían en un mismo número. En efecto, la lista de contribuyentes o personas de mayor capacidad financiera en 1864 contiene los mismos apellidos de los dueños de esclavos para 1872.8 La gran concentración de capitales en Mayagüez se debió a que muchos de los hacendados de caña fueron además dueños de una base industrial y comercial.

La gran cantidad de tierras invadidas por la caña llevó a una mayor concentración de esclavos por la necesidad de fuerza laboral en esta actividad económica. Si comparamos la cantidad de esclavos requeridos en las haciendas de caña y las estancias de café, veremos que se necesitaba casi el doble de la fuerza laboral en la caña que en el café, por la naturaleza del trabajo allí desempeñado.

Tabla 1

La Esclavitud en Mayagüez

Mayagüez fue uno de los mayores productores de azúcar en la Isla, por tanto no es de extrañar que al momento de la Abolición era el departamento con la segunda población mayor de esclavos -después de Ponce- en Puerto Rico.9 De acuerdo al Registro, en el partido de Mayagüez quedaban un total de 1,721 para 1872. De éstos, 899 eran mujeres y 822 eran varones. Esto representaba una proporción más alta aun que la que guardaba el sexo femenino frente al masculino, no solo en la población esclava de la Isla sino en la población total, en donde las mujeres constituían un 49 por ciento.

EsclavitudLa proporción de esclavas y esclavos en la Isla ya había sido señalada como el único caso en todas las Antillas en donde las mujeres esclavas equiparaban al número de hombres esclavos. Jorge Flinter, quien visitó la Isla de 1829 al 1832, atribuía como causa de este balance poblacional entre hembras y varones esclavos al hecho de que los hacendados puertorriqueños no tenían grandes capitales. Por esta razón, dice Flinter, compraron por conveniencia bien entendida un número igual de esclavos que de esclavas, entre quienes “han fomentado las leyes españolas cuidadosamente los matrimonios”.10 El efecto de esto fue, según aquel visitante, asegurar siempre un incremento en el número de esclavos, aun cuando ya había cesado el tráfico de éstos. Además señala que por esta razón los niños esclavos se cuidaban con el mismo esmero que los de los amos.11

Flinter se hubiera sorprendido aun más si hubiese visitado la ciudad de Mayagüez en 1872, pues las mujeres comprendían un 52 por ciento de la población esclava. Al tratar de explicarnos este fenómeno, nos hemos preguntado si no se debería en parte a la epidemia de cólera morbo que azotó la urbe mayagüezana para el 1856. En efecto, en esa terrible epidemia que atacó sobre todo a la población esclava, murieron muchos más varones que mujeres.

Veamos quiénes eran las esclavas en Mayagüez en 1872.

Nombres de las esclavas

La degradación que sufrieron las mujeres esclavas comienza a verse al examinar la lista de nombres que bien podrían ser un catálogo de posibles nombres para hijas nuestras. Abundan las Teresas, Adelinas, Gregorias, y las Marías compuestas, que no suenan tan extraño en las nacidas en Puerto Rico, como en las africanas que llevan nombres de Cristina, Catalina Grande, Carmen, Carolina y otros por el estilo. Y dirán algunos, ¿y qué tienen de malo nombres tan castizos y tan cristianos? Precisamente por castizos y cristianos nos recuerdan la primera ignominia que padecieron estos pobres seres. El cambio de nombres llevaba implícito algo más serio y profundo.

Sobre todo en las bozales, las esclavas que habían nacido en África, implicaba la pérdida de su religión, de sus tradiciones, de sus costumbres, de su lenguaje, de su sentido de pertenencia a una familia y a una comunidad, de su sentido de dignidad, de su sentido de ser mujer y todavía peor, de su sentido de identidad propia. Implicaba la adopción forzada de la religión y tradiciones del amo, del poseedor.

EsclavitudTomemos el caso de Urzula, de 33 años, la africana más joven que aparece en el Registro de 1872 y que tiene un hijo de 15 años nacido en Puerto Rico, ¿qué sentiría en su ser más íntimo al serle otorgado un nombre extraño y sin significado para ella y sobre todo distinto al que la había identificado por 17 años en su aldea en África? Aquel “Urzula” debe haber sido un carimbo que le recordaría hasta su muerte que ella no era dueña de su cuerpo, ni de su alma, ni de su pasado, ni de su futuro.

El desarraigo de la esclava de su familia y sus ancestros se ve claro en la ausencia de apellidos, lo cual fue común en todas las esclavitudes. ¿Qué importaba quién los procreaba y de dónde descendían si no eran considerados seres humanos con derecho a una personalidad propia? Cada nombre de la esclava-mercancía contrasta con el nombre compuesto con sus apellidos de su dueño o de su dueña.

Propietarios

Esclavitud Como ya hemos visto, las mujeres representaban una mayoría entre los esclavos de Mayagüez. Un hallazgo inesperado fue encontrar que un 35 por ciento de los dueños de estas esclavas también eran mujeres. De éstas, un 56 por ciento aparece con una sola esclava, casi siempre de tipo doméstico, y un 44 por ciento con más de una esclava. La propietaria con mayor número de esclavas es doña Ursula Mangual con 24 mujeres labradoras, seguida por doña Josefa Charron con 11 labradoras, entre ellas cinco niñitas de 4 a 8 años. Ambas señoras eran hacendadas de caña y la señora Mangual aparece tercera en la lista de hacendados que en 1876, tres años después de la Abolición, reclamaban indemnización por sus esclavos al gobierno español. En los apellidos de las dueñas esclavistas, como hemos señalado antes, se ve el predominio de los extranjeros entre la clase hacendada en Mayagüez: Bayron, Annoni, Agostini, Ithier, Duperroin y Carrier de Guenard para mencionar algunos.12 Aun el apellido Mangual, tan español, lo lleva una familia que era oriunda de San Thomas.

Procedencia, edades y colores

La gran mayoría de las esclavas de Mayagüez aparecen en el Registro como “naturales” de Puerto Rico. Solamente un ocho por ciento son de otros lugares. Esto nos verifica que los esclavos se “producían” localmente, sobre todo después de abolirse el tráfico de esclavos varias décadas antes de la abolición final. Hay 49 africanas, 10 de Curaçao, 4 de San Thomas y de varias otras islas del Caribe. Con la excepción de una santomeña de 22 años, todas las extranjeras son mujeres mayores, sobre todo las africanas. Es curioso que de las 49 africanas solamente 19 aparecen con hijos. No sorprende, sin embargo, que la mayoría de las africanas sean labradoras y que solamente una esté haciendo labores domésticas.

En cuanto a las edades, es interesante notar que la gran mayoría de estas mujeres son relativamente jóvenes. El siguiente cuadro nos muestra que solamente un 16 por ciento tenía 40 años o más:

Edades

Proporción entre esclavas

De tres y medio a 12 años
De 13 a 39 años
De 40 a 59 años
20%
64%
16%

En ese cuadro se puede notar también la gran cantidad de esclavas niñas. Muchas han sido madre a los 12 años. Hay tres esclavas de 59 años, dos de las cuales son africanas, pero ninguna mayor de 59. Aparentemente la Ley Moret se había puesto en práctica solamente en cuanto a lo de liberar a los mayores de 60 años. Si esto fue así, ciertamente liberar esclavas cuando llegaban a la edad en que más cuido necesita un ser humano, siendo analfabeta y sin una familia a la cual recurrir, no era un acto de caridad sino de crueldad. Sin embargo sobre este punto Díaz Soler señala que algunos esclavistas lograron que se alteraran las fechas de nacimiento en los Registros para no tener que dar la libertad a los sexagenarios como estipulaba a Ley Moret.13

En términos de los colores con los que se describe a las esclavas, resulta interesante que además del color negro, con el cual se describe al 49 por ciento de las esclavas, hay 21 variedades de colores que incluyen el blanco y el rubio. Esta gama de colores con que se describe a las esclavas de Mayagüez, desde el blanco hasta el retinto, nos recuerda que la mujer esclava padeció además la explotación sexual. Como señaló Frantz Fanon en ¡Escucha Blanco!, el amulatamiento fue producto del ultraje del amo blanco a la negra esclava. En Mayagüez por lo menos un 46 por ciento de las esclavas son mulatas.

Estado civil e hijos

El sistema esclavista español, al igual que la administración colonial española en general, se caracterizó por un afán legalista que no siempre iba acompañado del riguroso cumplimiento de las leyes. Todo lo contrario era muchas veces cierto. Uno de los aspectos en donde se palpa la contradicción entre la ley y la práctica era el de los matrimonios entre los esclavos. Esto se ve claro en la situación de las esclavas de Mayagüez en 1872, pues de las 899 mujeres solamente aparecen cuatro casadas.

Aunque desde 1526 se había hecho claro en la legislación que se debía procurar el matrimonio para evitar la mezcla de razas que ya era común, vemos que ni una cosa ni la otra se llevó a cabo. Tres siglos después, en el Reglamento de 1826 se vuelve a especificar que se fomenten los matrimonios para evitar los “tratos ilícitos” entre los sexos.14 La hipocresía del régimen esclavista se ve en catalogar de “ilícito” la relación sexual entre esclavos, pero no menciona la que ocurría más frecuentemente aun entre los dueños blancos y las esclavas negras.

Esclavitud En 1866 se vuelve a insistir en que se tomen medidas para promover los matrimonios entre esclavos y que es preciso enseñar los principios de la religión a los negros para que conozcan lo bondadoso del matrimonio”.15 Obviamente la realidad fue otra. Sin embargo, aunque solamente hay cuatro esclavas casadas, también hay 328 madres solteras con un total de 805 hijos en el Registro de Mayagüez.

Este dato nos trae a otra de las crueldades del sistema esclavista para con la mujer y que Guillermo Baralt ha resumido en la frase “reproductoras sí, pero madres de familia no”.16 Por esta razón es que en realidad no se fomentaban los matrimonios. Se quería que pariesen, que fuesen “fábricas” de esclavos, pero no madres de familia ya que los hijos se vendían muy tiernos. En efecto, se le reconocía el “derecho” a la madre esclava de quedarse con sus hijos hasta que estos cumpliesen los tres años de acuerdo al Reglamento de 1826. En ese mismo reglamento hay una disposición de que las esclavas que trabajaban en el campo le podrán dar el pecho a sus recién nacidos solamente cuando éstos se enfermasen.17 Esto nos indica que estaba prohibido a las madres labradoras lactar a sus propios hijos. Tal disposición puede haber sido hecha para que la madre esclava no se apegara demasiado a su hijo y así evitar las escenas desgarradoras de dolor y de llanto que tienen que haberse repetido miles de veces cuando al niñito o a la niñita “mayor” de tres años se lo llevaban para la venta en otra hacienda.

El hecho de que se vendían muy pequeños se comprueba en el Registro pues aparecen cinco esclavas de tres años y medio sin sus madres. Además hay un sinnúmero de mujeres que aparecen con hijos, pero aunque deben de ser pequeños a juzgar por la edad de la madre, no están registrados bajo el mismo dueño que la madre. Algunos de estos casos son el de Adelina y Justa, ambas de 22 años, con tres hijos cada una, ninguno de los cuales vive con ellas; Magdalena de 18 años tiene dos hijos que no aparecen con ella; Leonor de 19 años tiene una hija, Maria Luisa, que no vive con ella; Nicolasa de 17 años tiene una hija llamada Joaquina que no aparece; otra Micaela, de 15 años tiene ya una hija llamada María que no vive con ella, y así por el estilo podríamos seguir citando muchos ejemplos más.

Como podemos observar en la tabla 2, la gran mayoría de las coartadas son cocineras (48 por ciento), lavanderas (24 por ciento), domésticas (20 por ciento), una costurera y solamente dos labradoras, las dos africanas. Quince de las 29 son negras, el resto mulatas y hay hasta una blanca entre ellas. La mayoría es nacida en Puerto Rico, la más joven tiene 18 años y la mayor es de 54. No hemos buscado la relación entre el precio y el color, edad o procedencia, pero sí se hace obvia la relación entre el precio y el oficio. Así por ejemplo, las lavanderas parecen estar cotizadas muy por encima de las demás, y la única que tiene un hijo libre es una de éstas. En cuanto a la coartación podemos comprobar que las madres esclavas le transmitían la esclavitud a sus hijos, pero no la libertad. Así lo especificaba el Reglamento de 1826: “los hijos de madres coartadas no gozan del beneficio de la coartación de aquéllas por ser personalísimo e intransmisible”.18 La prueba la vemos en que de las 29 esclavas que aparecen coartadas en Mayagüez, 19 de éstas tienen un total de 53 hijos y solamente uno de éstos aparece como “libre”.

Oficios y coartación

La esclava, hay que recordar, existía en función de su trabajo. En Mayagüez fue obvio que la economía cañera y cafetalera determinó la realidad de la mujer esclava en cuanto a su función como fuerza de trabajo y como medio de producción. Del total de 899 mujeres esclavas, 769 aparecen con un oficio descrito y 130 no tienen ninguno por tratarse de niñas pequeñas. De las 769, un total de 510 están clasificadas como “labradoras”, lo cual representa un 66 por ciento de los oficios. Las domésticas son el otro grupo más grande con un 12 por ciento, las cocineras componen un 8 por ciento y las lavanderas un 5 por ciento. Hay dos costureras, dos planchadoras, una dulcera y una “faldera”.

De nuevo tenemos que señalar la contradicción entre lo que estipulaba la ley y lo que ocurría en la realidad. En efecto, se suponía que las esclavas no podían ser “obligadas a trabajar de ningún modo incompatible con su sexo, edad o fuerzas”.19 Sin embargo, vemos no solamente un altísimo por ciento de mujeres empleadas en el campo como labradoras en la caña, sino que hay labradoras desde los seis años hasta los quince, así como mujeres mayores de cincuenta años. Hay casos de niñitas de cuatro años que aparecen como labradoras en el Registro.

Tabla 2

A pesar de estar a sólo meses de la emancipación final, y a pesar de que la Ley Moret se había puesto en vigor hacía dos años, en el Registro de esclavas de Mayagüez aparecen solamente 29 esclavas coartadas.

La coartación era una de las formas que tenían los esclavos de comprar su libertad y era en específico el pago de su precio a plazos, algo así como un “lay away plan” de su propia persona. Esto nos recuerda una vez más que la esclava no era persona, sino cosa, mercancía. El precio se acordaba entre el esclavo y el amo, así que nos podemos imaginar quién saldría ganando siempre.20 ¿Y cómo se coartaban si no recibían salario? Sencillamente trabajando doble, hasta en sus horas “libres”, para poder ahorrar y abonar el precio de su libertad.

Para poder entender la razón por la cual solamente un tres por ciento de las esclavas en Mayagüez en 1872 estaban coartadas, hay que establecer una relación entre los oficios y la coartación. Si nos fijamos en la lista de mujeres coartadas en la Tabla 2 podemos ver claramente que las labradoras no tenían oportunidad, al parecer, de hacer el “abono” para su libertad. Obviamente no les sobraba ni tiempo ni fuerzas para trabajar más allá de las tareas y horas requeridas en el campo. Y recordemos que las labradoras eran la gran mayoría en ese grupo de 1872.

EsclavitudConclusión

A base de la información que nos provee el Registro de 1872 podemos llegar a cuatro conclusiones principales: Primero, que el predominio de mujeres labradoras en un pueblo esencialmente cañero contradice la idea de que a la mujer esclava se la excluía de este tipo de faenas. Segundo, el predominio de madres solteras revela que la realidad contradecía lo expuesto en la ley española promoviendo el matrimonio. Tercero, el hecho de que en vísperas de la Abolición hubiese tan pocas esclavas coartadas y tan pocos niños libres indica que a la Ley Moret no se le había hecho mucho caso en ese sentido. Cuarto, se corrobora la tesis de José Curet de que los hacendados le quisieron sacar el mayor partido a sus esclavos, hasta el último momento.21 Sin embargo, debemos ir más allá.

Nos preguntamos cuál sería el destino de estas 899 mujeres y de sus hijos luego de la Abolición. ¿A dónde fueron a parar las niñitas? ¿Cuántas mujeres libertas contrataron con sus antiguos amos luego de marzo de 1873? ¿Qué oficios escogerían y qué especificaciones harían en los contratos? ¿Quiénes son y dónde están sus descendientes? Hay que lograr contestar estas preguntas. Esperamos que este trabajo sirva de punto de partida para una próxima investigación sobre el paradero de las esclavas de Mayagüez.

 

 

 

 

Notas

1. Este trabajo de investigación fue publicado en forma muy resumida en El Nuevo Día, 23 de marzo de 1986. Fue presentado en marzo de 1993 en el Recinto Universitario de Mayagüez y se publica completo por vez primera en el volumen X de la revista Cupey, en 1993.

2. Se dan distintas cifras del total de esclavos liberados en 1873. La cifra que citamos es la del Gobierno General de la Isla de Puerto Rico en su “Resumen General de Libertos” del 30 de mayo de 1873, El Proceso Abolicionista en Puerto Rico: Documentos para su Estudio. San Juan: Centro de Investigaciones Históricas, ICPR, 1974, Vol. II, p.477.

3. Recientemente ha sido publicado un estudio de Mariano Negrón Portillo y Raúl Mayo Santana basado en este Registro bajo el título de La esclavitud urbana en San Juan. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1992.

4. Fondo de Gobernadores, Registro de Esclavos, IV Departamento, Mayagüez 1872, Caja # 81, Entry 24, AGPR.

5. En el libro La esclavitud urbana en San Juan, p.14, los autores indican que habrán de examinar en un próximo estudio el rol de los esclavos de Mayagüez por tratarse de la única otra ciudad en la cual los esclavos “laboraban en tareas relacionadas con una vida urbana, artesanal y comercial”.

6. Véase: Ángel de Barrios Román, Antropología socioeconómica en el Caribe, Santo Domingo: Editora Quisqueyana, s.f., pp. 13-21.

7. Op Cit., p.35. El autor hace la distinción entre la hacienda (que se dedica al cultivo de la caña y a la elaboración industrial del azúcar) y la estancia (que se dedica al cultivo del café).

8. Véanse las tablas de las páginas 36 a 38 en Barrios Román, op.cit., y el Registro de Esclavos.

9. Ver: Guillermo Baralt, Esclavos Rebeldes, Río Piedras: Ediciones Huracán, 1981, p.80 y Proceso Abolicionista, op.cit., p.477. En la cifra de esclavos para Mayagüez; 5,932, se incluyen los pueblos vecinos de Cabo Rojo, Añasco y San Germán. En este estudio nos hemos concretado al partido de Mayagüez únicamente.

10. Jorge Flinter, Examen del estado actual de los esclavos de la Isla de Puerto Rico, Editorial Coquí, 1976, p.49. La preocupación que existía por mantener un balance en la población esclava entre hombres y mujeres se puede ver ya desde principios del siglo diecinueve. En las Instrucciones a Ramón Power de la villa de Coamo se solicita que si fuese posible “una tercera parte de los negros deberían ser hembras”. Citado por Luis M. Díaz Soler, Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico, U.P.R.: Editorial Universitaria, 1970, p.104.

11. Barrios Román, op.cit., p. 289.

12. Otro dato que descubrí en la conferencia en Mayagüez fue que los apellidos de los dueños blancos pasaron, como en otras áreas de Puerto Rico, a ser los apellidos de los esclavos al liberarse y hoy día son casi exclusivamente de familias negras, por ejemplo: Ithier.

13. Díaz Soler, op.cit., p. 309.

14. Proceso Abolicionista, op.cit., p.108.

15. Ibid, Vol. l, p. 58.

16. Conferencia pronunciada en la Universidad del Turabo, 1984.

17. Ibid, Vol.11, p. 105.

18. Proceso Abolicionista, Vol. II, p. 109.

19. Flinter, op.cit., p.37.

20. En el Proceso Abolicionista hemos encontrado varios casos de demandas hechas por esclavos a sus dueños por no liberarlos cuando ya han pagado su precio.

21. José Curet, De la Esclavitud a la Abolición, Cuadernos de CEREP, 1979.