Montoso

Este  barrio tiene una topografía que hace honor a su nombre. Es el barrio más distante de la ciudad. Queda justo al frente del Cerro Montoso de Maricao, una de las montañas más altas de la Región Oeste, la cual está alineada con la calle José de Diego de Mayagüez, pudiendo divisarse desde cualquier punto de esta vía. Hago claro, porque algunas personas confunden el dato, que el Cerro Montoso no pertenece a Mayagüez sino al municipio de Maricao. Este cerro queda muy cerca de este barrio mayagüezano, también llamado Montoso.

Montoso colinda al Norte con los barrios Naranjales de Mayagüez y Naranjales de Las Marías, desde las Parcelas Rolón hasta el sector La Cochera; por el Sur colinda con el Río Maricao; por el Este con el barrio Montoso de Maricao y por el Oeste con el barrio Limón, desde el sector Laracuente hasta cerca de las Parcelas Rolón.

De acuerdo al Censo Federal de 2010 este barrio tenía 1,049 habitantes, siendo el barrio más pequeño de Mayagüez en términos poblacionales. Sin embargo, tiene una extensión territorial de ocho kilómetros cuadrados, lo que lo hace uno de los barrios más grandes del municipio.

En este barrio se encuentran localizados la Gallera La Cochera, las parcelas Rolón y Fajardo y los sectores Las Vegas, Pilones y La Cochera. La cancha bajo techo del barrio lleva el nombre de Graciano Rodríguez Dumont.

Las calles que pertenecen a este barrio son las carreteras estatales números 105, 106,119, 339 y 357 y los caminos Pilones, Rolón, Cambalache, La Cochera, Cementerio y Las Vegas.

Por la carretera estatal 106, que conduce a Maricao o Las Marías, el barrio Montoso se extiende desde la intersección con la carretera 119, poco antes de El Consumo, hasta el sector y gallera La Cochera. Por la carretera 105, que conduce a Maricao por Juan Alonso y El Limón, Montoso se extiende desde la intersección con el camino Cambalache hasta la intersección con la carretera 119, en el sector Las Vegas.

Un río con nombre propio y diez puentes

Río YagüezRío YagüezAl hablar de Montoso necesariamente hay que pensar en el Río Yagüez, que nace cerca de este barrio, en las laderas al Suroeste de Las Marías y al Noroeste de Maricao, de las Montañas Urayoán. El Río Yagüez es el símbolo más extenso de la geografía mayagüezana y el más emblemático en la historia de la ciudad. Incluso el nombre de la ciudad está ligado al río. En su recorrido de 13 millas (20.8 kilómetros) hasta desembocar en la Bahía de Mayagüez, entre los barrios Marina Meridional y Marina Septentrional, el río, que divide a la Sultana del Oeste casi exactamente en dos partes, Norte y Sur, es atravesado por diez puentes. El primero se encuentra en la carretera estatal 119, entre los barrio Naranjales y Montoso. El segundo, desconocido para muchos, es un pequeño puente sobre el río, que une los barrios Bateyes y Limón, por los caminos La Corza y Los Lazos. Un tercer puente se encuentra en la carretera que conduce a la Universidad Adventista de las Antillas, en la Quinta arriba. Luego se encuentra el Puente de Balboa a la entrada de la ciudad. Más adelante, ya dentro de la ciudad, existen los puentes de París, Barcelona (antiguo Puente Guenard), Avenida Hostos y el de La Playa. El siguiente puente es uno nuevo que se construyó entre el barrio El Seco y el nuevo Parque del Litoral de Mayagüez. Hay también un puente peatonal de hierro, el único de este tipo sobre el Río Yagüez, que conecta la calle San Juan, al costado de la Iglesia del Carmen, con la calle Dr. Miguel Palacios, en la urbanización La Riviera.

También tiene el Río Yagüez un canal, construido a finales de la década de 1960, que llega desde el barrio Balboa hasta el puente de la Playa. Esta canalización, que ha sido efectiva controlando las grandes inundaciones que históricamente había sufrido la ciudad en algunos de sus barrios urbanos, se pudo lograr gracias al esfuerzo combinado del gobierno estatal, dirigido por el gobernador Roberto Sánchez Vilella, y el Gobierno Municipal, dirigido por el alcalde Baudilio Vega Berríos. Ambos gobiernos conjuntamente asignaron, en 1966, diez millones de dólares para el proyecto. También colaboró para esta mega-obra mayagüezana el Recinto Universitario de Mayagüez por medio de su Facultad de Ingeniería y de su Instituto de Investigaciones de Aguas, que hicieron los estudios y recomendaciones finales. Los principales funcionarios envueltos en esta colaboración fueron el rector José Enrique Arrarás, el decano Elmer Olivieri Cintrón y el Dr. Antonio Santiago Vázquez.

Cincuenta años después de esta gran obra, haría falta un esfuerzo adicional para extender el canal del Río Yagüez hasta el sector La Quinta, de manera que puedan protegerse adecuadamente contra las inundaciones sectores y barriadas del lugar que todavía sufren los embates de las crecidas anuales del río. En el 2012 la importante carretera estatal 106 se vio interrumpida, durante un largo período de tiempo, por un deslave ocasionado por el río. También la canalización necesita mejoras en el área de La Playa y Trastalleres y en la desembocadura a la Bahía de Mayagüez, sobre todo en términos del embellecimiento de estos lugares.

Curiosamente, un siglo antes, en 1853, no se pudo construir un desvío del río que habría mejorado el acceso a la ciudad desde los barrios de las montañas que quedan al Este. En el año mencionado, siendo el alcalde de la ciudad don Leonardo Campos, un grupo de ciudadanos interesados en el asunto presentó un proyecto para desviar el Río Yagüez en el barrio Mayagüez Arriba (La Quinta), de forma tal que se evitaran dos pasos de agua en la ruta de Las Marías, Maricao y los barrios rurales al Este de Mayagüez. La idea fue acogida por las autoridades municipales y por el Gobernador de la Isla, don Fernando Norzagaray. Se prepararon los planos del proyecto y se le adjudicó la subasta al contratista Juan Baguer. El presupuesto para la obra era de 4,077 pesos españoles. Algunos vecinos ofrecieron su cooperación ya que el desvío era necesario y conveniente. Pero un año después de comenzados los trabajos surgieron problemas ya que aparecieron una cantera y unos terrenos arenosos en el área del corte. Se hizo una asignación adicional de 991 pesos, pero nuevos inconvenientes relacionados con la situación económica del Ayuntamiento provocaron que el desvío del Río Yagüez no se llevara a cabo.

Río YagüezRío YagüezLa idea del desvío del Río Yagüez tal parece que siguió viva en las mentes de algunos mayagüezanos. Así se puede deducir del examen de un plano preparado, el 14 de agosto de 1889, por el ingeniero Joaquín Guliert. Este importante documento histórico se encuentra en la oficina del arquitecto de la ciudad y fue rescatado de archivos antiguos por el conocido ingeniero mayagüezano Carlos Rodríguez Incles.

El proyecto de Guliert proponía desviar el Río Yagüez desde El Corte de La Quinta, para que el mismo pasara un poco más al Norte, casi por la ruta de la carretera estatal 106. Luego, antes de llegar a Balboa, el río doblaría a la derecha y circularía en línea recta por terrenos bajos que al presente pertenecen al barrio París, la Estación Experimental Agrícola Federal y el Recinto Universitario de Mayagüez. En este último lugar el río tomaría el cauce de la Quebrada de Oro hasta desembocar al mar por Punta Boca Morena, que es al presente parte de El Seco. El plano contiene los detalles para el dique de piedra a construirse para la canalización. Con este desvío del Río Yagüez se evitaban los pasos o puentes de Balboa, París y Barcelona. Este proyecto como sabemos tampoco se llevó a cabo.

Me tengo que preguntar: de haberse materializado el desvío del río, cuál hubiese sido el impacto de un cambio tan drástico en los dictados de la naturaleza sobre la geografía de la ciudad de Mayagüez. Más aún, considerando que para esa época no se hacían estudios hidrológicos profundos. Creo que lo mejor fue que el río se mantuviese en su cauce original, que como he dicho antes está ligado estrechamente a la localización de la ciudad en el lugar histórico conocido.

En el curso del Río Yagüez se encuentra la Represa de Mayagüez, entre los barrios Bateyes y Limón. Un poco más adelante, en el barrio Quemado, se encuentra el yacimiento arqueológico El Batey del Delfín. Aguas abajo, en el sector La Quinta de este barrio, hay un charco conocido como El Corte, que en el pasado se utilizaba como lugar de baño, principalmente por los jóvenes. En este charco murió ahogado un hijo del conocido arquitecto mayagüezano don Luis Perocier. De El Corte al presente queda una corriente que alcanza sólo algunas pulgadas de agua debido a la sedimentación y contaminación del Río Yagüez. El Corte queda al final del callejón que lleva este mismo nombre, detrás de la zona industrial de La Quinta.

En el pasado, cuando no existían las murallas que canalizan el Yagüez, algunas residencias tenían balcones, terrazas y pérgolas a la orilla del río, y el mismo se utilizaba como lugar de recreo. Hoy día ya no queda nada de ese pasado nostálgico. El Río Yagüez, al presente, lamentablemente, no es un modelo de belleza natural en su trecho de la ciudad a causa de la contaminación con tóxicos y escombros de toda clase, la ausencia de civismo y de asepsia de algunos ciudadanos y la falta de mantenimiento a la que lo tienen sometido el Departamento de Recursos Naturales, agencia a cargo de su limpieza y cuido. Pero aguas arriba, después de La Quinta, el Río Yagüez mantiene la misma belleza natural que cautivó a los primeros pobladores, los indios taínos, los caciques Yagüeca y Urayoán, y los colonizadores españoles, que ordenaron que el pueblo Nuestra Señora de la Candelaria se ubicase en su ribera.

Me parece que después de Mayagüez haber hecho realidad el sueño de los Juegos Centroamericanos y del Caribe del 2010, debería proponerse, con la misma determinación, restaurar la belleza del Río Yagüez, su principal y más antiguo elemento natural. El proyecto, relativamente reciente, realizado por la ciudad de Valencia, en España, con el Río Turia, podría ser un modelo a seguir para el embellecimiento del Río Yagüez, canalizándolo adecuadamente y dedicando su ribera a obras que sirvan para la recreación deportiva y cultural de los mayagüezanos. Sería extraordinario poder convertirlo, además, en una zona ambiental verde.

Unos versos para el Yagüez

Uno de los mayagüezanos más ilustres del Siglo 19, José María Monge y Arredondo, poeta y periodista, educado en Mayagüez y en los Estados Unidos, con dominio del latín, italiano, francés, inglés y español, le dedicó un hermoso poema al Río Yagüez, en agosto de 1886. Del extenso poema, citamos a continuación los primeros versos.

Deja, Yagüez, que pise
Con atrevida planta
De tus orillas menuda arena,
Y al eco de la cítara sonora,
Imite a la que canta
En dulce paz, alegre filomena,
O a la cuitada tórtola que llora
Sus pichones amados,
De blanco nido sin piedad llevados.
Deja, sí, que me inspire
Con la belleza que doquier ofrecen
Tus márgenes preciosas,
Y entusiasmado admiré
Los fragantes claveles y las rosas,
Que plácidos se mecen
Al soplo de las brisas vagarosas.
Las gallardas palmeras,
Y los copados robles donde anidan
Inquietos ruiseñores:
Los cardenales que la selva olvidan
Por venir a cantar en tus riberas
Entre oloroso mirto y amaranto
Sus rústicos amores.
Todo me hechiza, y da a mi canto
Sublime inspiración. Con suave soplo
Los céfiros ya rizan.
Tus nacaradas olas,
Y bellos cisnes de nevadas plumas,
Cortando las espumas
En tus limpios cristales se deslizan.
¡Oh, Yagüez!, si olvidado
Tu nombre no resuena
Cual el del Pó, afanado,
El Tíber, el Rhin o el turbulento Sena;
No cual ellos, tampoco, aquí en tu orilla
Las huestes de Mavorte aparecieron,
Ni entre algazara horrenda,
Cual el Potomac viste la cuchilla
Que allí blandió la fraternal contienda.

Julio Medina, patriota, pintor, arquitecto y periodista

Pero además del Río Yagüez, Montoso tiene a su haber otra gran distinción. En este barrio nació una figura señera de Mayagüez y de todo Puerto Rico, que lamentablemente ha sido casi totalmente olvidada. Me refiero a Julio Medina González. Se sabe que él proviene de este barrio por el testimonio de un sobrino suyo, Alberto Medina Moreno, hijo de su hermano Félix. Según los reconocidos periodistas Manuel Rivera Matos y José Arnaldo Meyners, Julio atravesó una niñez muy difícil a causa de una gran pobreza en su familia. A temprana edad tuvo que trabajar como vendedor de dulces y periódicos y como sirviente en hoteles y casas particulares. Un amigo generoso de su padre lo protegió para que pudiese estudiar en una escuela cercana a su barrio, el Colegio San Juan Bautista de Maricao, donde terminó el bachillerato. Después tuvo un privilegio que muchos puertorriqueños añorarían: haber sido estudiante en cursos de Derecho del gran prócer, su compueblano, Eugenio María de Hostos. Curiosamente, entre el lugar de nacimiento de Hostos, en el barrio Río Cañas Arriba, y el de Medina González, en este barrio Montoso, ambos en las Montañas Urayoán, no debe haber más de cinco kilómetros de distancia.

Julio Medina GonzálezJulio Medina GonzálezDesde su niñez y juventud, Julio mostró vocación por la pintura y compromiso con el ideal separatista de la Isla. Las tropas norteamericanas entraron a Mayagüez el 11 de agosto de 1898 en horas de la tarde y ya a las siete de la noche Julio, sus tres hermanos y otros tres mayagüezanos, formaron un comité revolucionario e izaron la bandera de Puerto Rico en su casa. Poco después fundó el periódico La Voz de Pueblo. Más adelante, estableció otros dos periódicos, La Revolución y La Independencia. Estos periódicos, principalmente, y sus ideas independentistas le costaron a Medina González 78 procesos criminales, 36 encarcelamientos, 19 heridas y dos duelos. En uno de los encarcelamientos, tras ser condenado por la Corte Federal, contrajo una enfermedad que le provocó una parálisis durante el resto de su vida.

En el ámbito político, Julio Medina González fue uno de los fundadores del Partido Unión de Puerto Rico, en 1904, junto a Luis Muñoz Rivera, José de Diego, Rosendo Matienzo Cintrón y muchos otros puertorriqueños de las tres ideologías reconocidas en la Isla: separatismo, estadidad y autonomismo. Me imagino que el lector se preguntará ¿cómo es posible que un independentista consumado como Medina González pudiera militar en el mismo partido de los estadistas y los autonomistas? La explicación está en la Base Quinta de la Declaración de los Principios del Partido Unión de Puerto Rico, que al abogar por la estadidad, el self-government o autonomía o por la independencia, permitía que puertorriqueños de las tres ideologías históricas del país pudieran militar en este partido. De ahí su nombre: Unión.

Julio Medina González no sólo fue fundador del Partido Unión de Puerto Rico, sino que también fue elegido Delegado por Mayagüez ante la Cámara de Delegados, el 8 de noviembre de 1904. En dicho cuerpo tuvo la distinción de ser el primer puertorriqueño en presentar en nuestro parlamento insular un proyecto de ley, exigiéndole a los Estados Unidos el reconocimiento de la independencia de Puerto Rico. Días después, al percatarse de que no tenía el apoyo de la Cámara de Delegados, retiró dicho proyecto para evitarle a su patria la ignominia de que una legislatura de puertorriqueños se manifestara enemiga de su libertad. El escaño cameral que ocupó Medina González es el mismo que correspondió a José de Diego cuatro años más tarde. Casi tres décadas después, el Partido Nacionalista Puertorriqueño de don Pedro Albizu Campos concurrió a las elecciones generales por primera y única vez, en 1932. Para esos comicios, Albizu seleccionó a Julio Medina González como candidato a Comisionado Residente en Washington. Al presentarlo a la asamblea, Albizu dijo: la juventud nada vale si no sabe valorar la senectud. Es que ya para esa época Medina González era un hombre entrado en años.

Además de líder político y de defensor a ultranza de la independencia de Puerto Rico, Julio Medina González fue un destacado pintor y arquitecto, habiendo participado, junto a su hermano Félix, y a los arquitectos e ingenieros Sabás Honoré y Manuel Font, en el diseño del nuevo Teatro Yagüez, pocos meses antes del fuego que consumió al viejo teatro, en 1919. Las pinturas y demás obras artísticas de Medina González han sido reconocidas por importantes estudiosos del arte puertorriqueño como Roberto Ramos Perea, Doreen M. Colón y José María Álvarez Cervela. El destacado pintor y académico Osiris Delgado menciona a Julio y Félix Medina González e incluye dos de sus obras en su libro Cuatro Siglos de Pintura Puertorriqueña.

El conocido artista y productor puertorriqueño Tommy Muñiz, en su autobiografía Así he vivido, recuerda a don Julio Medina González como pocas personas en Puerto Rico. Corría la década del 1930 cuando el pintor mayagüezano, ya retirado de sus luchas artísticas y políticas, vivía en Floral Park, Hato Rey. Allí vivían también los padres de Tommy, que para esa época era un niño. Recuerda él que don Julio le enseñaba dibujo y pintura al mismo tiempo que le hablaba de la importancia para Puerto Rico de subsistir sin la ayuda de nadie. Confirma Tommy Muñiz lo que antes he comentado en el sentido de que Medina González fue precursor y defensor de la independencia y del nacionalismo puertorriqueño. A lo anterior añade Tommy que su fama como pintor se comparaba para aquel tiempo con la de Francisco Oller y la de los grandes maestros de Siglo XVIII.


* Este artículo forma parte del libro “Mayagüez: Temas de su historia y geografía” escrito por el doctor Fernando Bayrón Toro, una obra que a juicio su prologuista, la historiadora y gestora cultural mayagüezana, Silvia Aguiló, nos acerca al espacio geográfico, social, económico, histórico y cultural de Mayagüez y nos ayuda a conocer sus barrios por separado y cómo, en su conjunto, se ha ido construyendo la imagen colectiva de la ciudad a través del tiempo. Agradecemos al autor por permitirnos publicar estos extractos. El libro puede adquirirse en Casa Norberto en Plaza Las Américas y en la Oficina de Finanzas del Municipio de Mayagüez.