Cómo controlar los mosquitos

Los mosquitos dependen de la sangre de sus víctimas para reproducirse. Cortar ese eslabón además de reducir el criadero de larvas es el frente de batalla en que hay que enfocar todos los esfuerzos. Conocer y ejecutar las prácticas para reducir la población y evitar la picada del mosquito son las armas más poderosas para reducir los casos de dengue, chikungunya, zika y malaria en los muchos países en que existen estas enfermedades.

Basarse en los hábitos de la especie de mosquito que las trasmite, en su ciclo de vida y la interacción biológica entre los mosquitos, la enfermedad que causan y los afectados es requisito.

Los mosquitos han evolucionado manteniéndose cerca de los seres que le proveen su alimento y sangre para reproducirse. Los mosquitos se han domesticado. Viven dentro de las estructuras en que habitan sus fuentes de alimentos, dentro de las casas y otras edificaciones, escondidos en armarios, bajo muebles y otros objetos. Tienden a guarecerse en áreas oscuras y cuando activos buscan muchas veces posarse sobre objetos cercanos a quien han detectado para picar. Nos detectan por el CO2 que exhalamos y sustancias que exudamos por la piel.

La estrategia de control debe basarse en la evidencia de cuáles son las medidas que se conoce que funcionan. La primera medida es establecer una campaña educativa, masiva, repetitiva y continua utilizando todos los medios de comunicación explicando sobre cómo cada persona puede reducir la población de mosquitos en forma preventiva y segura.

Los fondos asignados deben destinarse en emplear personas que vayan casa por casa en campos y ciudades educando y repartiendo material escrito sobre cuáles son las medidas. Admitamos que un gran sector de la población no tiene ni internet ni acceso a la información relevante. Inundar masivamente los medios radiales, televisivos y otros, es necesario. Las escuelas, universidades, empresas, iglesias y otras instituciones deben participar también.

Dra. Julia Mignucci Sánchez Dra. Julia Mignucci Sánchez Esta forma de repartir los fondos ampliamente impulsa también la actividad económica en diversos y amplios sectores. Si los que administran los fondos ceden a la presión de favorecer las compañías de plaguicidas, indica ignorancia crasa sobre las consecuencias del impacto a la salud cuyos altos costos termina pagando el pueblo.

Cuando está en juego la vida de los seres humanos y la de otros muchos seres, además de la integridad de los recursos naturales de los que dependen los humanos, es necesario sopesar la información científica y técnica ampliamente documentada sobre el uso de plaguicidas, sus efectos nocivos a la salud de los seres vivientes versus su efectividad para controlar plagas.

El uso intensivo de plaguicidas, que incluye a los insecticidas, ha causado la selección y aumento de las plagas que resisten el control y que amplían su multiplicación en ausencia de los mosquitos más débiles de la población que sucumben al insecticida. Es el mismo comportamiento que se conoce que ocurre con los antibióticos en los humanos cuyo uso intensivo e indiscriminado ha causado que un gran número de antibióticos ya no sean efectivos en controlar las bacterias que causan las infecciones.

Las fumigaciones con insecticidas en exteriores y vecindarios no son efectivas en reducir significativamente la población de mosquitos pero enferman a los humanos. Esto se debe a que no es una práctica “target oriented” (que no está dirigida a donde habitan los mosquitos).

Esto tampoco significa que la estrategia sea llevar acabo fumigaciones dentro de las casas o edificios, pues alergias, enfermedades respiratorias, condiciones neurológicas y otros daños a la salud son causados en los humanos, con mayor impacto en los niños, por la exposición a los plaguicidas. Los insecticidas son venenos que también contaminan fuentes de agua y lastiman la vida acuática, silvestre y doméstica, mascotas y contaminan el suelo. También afectan el balance ecológico al eliminar muchas otras especies de insectos y otros seres que son beneficiosos y necesarios en las cadenas alimenticias y en el balance ecológico.


* La Dra. Mignucci es excatedrática de la RUM doctorada en Fitopatología y en Micología.